A puertas de un nueva navidad intentaba demostrar la irracionalidad del homo sapiens. Pero la verdad el estar acá (Gorgona – Playa Palmeras) cambio totalmente el lado del cual quería escribir estas letras.
La grandeza y majestuosidad de este lugar te llena como tripulante de esta isla de sentimientos, frustración, gratitud, nostalgia, ternura y VIDA. Vida que hela el corazón en razón de la infinidad de especies, que por ahí en tu mundo ni te imaginases que pudieres ver, hasta ni siquiera alcanzar a observar el 10% de éstas que ya te han nombrado.
El Pacífico en pleno te permite ver su fondo 5-6 metros menos profundo con sus 6 horas de tregua. Te presta y abre espacios con arenas tiernas y sutiles, amalgamas de diferentes colores y naturalidad hecha vida y movimiento, formas perfectas forjadas a mella pura de puja y quiebra, y de repente entre todo esto, un milagro más de la vida se presenta frente a ti y tienes la oportunidad de mezclar marea y manecillas del reloj cruzando las 6 para ayudar a una especie (Caguama del Pacífico – lepidochelys olivacea) a decirle hola a su mundo marino.
Frente a ti y en varias ocasiones se te aparece la muerte (pez, ave, reptil, cangrejo, caracol,… ilusiones) y te pone a . Te preguntas: ¿de cuantas de estas será responsable la «belleza» del ser humano? Con imágenes como esta ¿vale la pena tanta astucia e ingenio humano para lograr un objetivo?
Maltrecho, no te queda otra opción que proseguir tu rumbo y admirar las acuarelas de pelícanos (pelecanus occidentalis murphyi) volando a la espera de su mejor clavado, ermitaños que aprovechan las vicisitudes de otros para tomar su mejor lugar y pasar desapercibidos por el rumiante montuno, escalofriantes historias de muchos tipos de culebras que erizan tu piel e invitan a ser precavido y en horas nocturnas optar por la cabaña o la búsqueda en playa de especies amenazadas que buscan desovar en un lugar milenario, de repente en frente tuyo el lagarto jesucristo (basiliscus galeritus) cruza para dejarte perplejo al cruzar sobre el agua sin siquiera mojar sus uñas. Anhelas ver el lagarto endémico (anolis gorgonae) vestido con el azul del mar de la isla y lo encomiendas al Creador para que sea posible en el momento que él lo considere apropiado.
Entonces hay tantas cosas bonitas en la naturaleza, inclusive hasta muchos de nosotros como lucho tortuga, mis compañeritos y todos los que de una u otra forma pensamos que la naturaleza, como a la madre y el padre (sol), se le debe guardar respeto y tener buena vibra. En estos lugares se da uno cuenta que la vida, sí es sagrada, como lo pregona nuestro profe Mockus y lo intentamos inculcar nosotros con nuestro rollo de las certificaciones y que más allá de ese “sello verde” que se busca ostentar, podamos trasmitir nuestra marca… Que además del 100% de cumplimiento de los criterios escogidos, busca orientar los sentidos y ponerlos atentos para entender que inclusive los hábitats y ecosistema como éste están en riesgo puro a pesar de tanta vida con tanto control, seguimiento, protección y recuperación.
Sin embargo, todo esto invita a soñar con mudos mejores y optar por las buenas costumbre y dejar a un lado la memética (letras recomendadas con este tema: La Etnosfera y la Ciberesfera) del smart phone y sus secuaces, cotidiana que tristemente ha entrado con gran fuerza en esta década que apenas empieza.
Es así como dejo a ustedes (homo sapiens), en una época de reflexión, a puertas de un nuevo día de las velitas la invitación a ser racional esta navidad y PENSAR antes de consumir (regalos y de más…) y a preferir un libro, una película, una tarde de parque, recorridos en entornos naturales (como desde el que me acoge para escribir estas palabras que salen del corazón), obras sociales, momentos en familia, yoga,… Tómalo de habito en el diario vivir y deja a un lado esa capacidad de consumo tan desmesurado que compense el ritmo absurdo del perplejo comercial que te hace SSSHHHAAASSS y te tima frente a un una nueva ilusión material disfrazada de…. lo que tú decidas.
Concluyo con la gratitud total e infinita a la vida entera, por ella, por hacerme parte suya y poder trasmitir en estas pocas palabras una filosofía del actuar humano.
CVJ- 2013dic.04
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