Por: Esteban Londoño Gómez
Por estos días no nos resulta ajena la palabra Biósfera como sí lo era a comienzos del siglo XX. El término ya había sido propuesto en 1875 por el geólogo británico Eduar Suess pero no fue hasta la década de 1920 cuando el ruso Vladimir Verdansky lo desarrolló como concepto ecológico. En términos coloquiales, la Biósfera es la piel viva que recubre la roca desnuda que sería el planeta Tierra, es decir, la Geosfera. Sobre esas dos esferas, la geológica y la biológica, ha emergido una nueva esfera, la Etnósfera, que será esbozada a continuación.
Aunque la ciencia haya sido ardua en sus intentos por explicar cómo ha sido que de la nada se originó una Geosfera y a partir de la Geosfera la Biosfera, aún hoy estas explicaciones están embellecidas por el misterio, y no es el objeto de esta columna rastrear orígenes tan movedizos, pero sí lo es rastrear el origen de la Etnósfera, menos vertiginosa en su tiempo de vida.
Si la Geosfera es el cuerpo desnudo del planeta y la Biosfera es su piel, la Etnósfera son todos sus pensamientos, mitos, dramas, filosofías, conocimientos y sueños, según Wade Davis, antropólogo y etnobotánico prolífico y quien ha dedicado buena parte de su vida a la Amazonia colombiana. Para rastrear la Etnósfera es preciso remontarse a los orígenes de nuestra especie; Tattersall & Schwartz (2001) datan la aparición del Homo habilis hace dos millones de años, una especie que se diferenció de sus ancestros primates por caminar erguida, utilizar diestramente sus manos libres, coordinadas por un cerebro cuatro veces más grande, una faringe modificada que abrió las exclusas del lenguaje y los símbolos, y todo esto, junto con otras modificaciones asociadas al parto de las hembras, surtieron un cambio drástico sobre el ciclo de vida de lo que terminaría convertido en Homo sapiens. De las anteriores modificaciones, el uso del lenguaje y símbolos se puede considerar como la constante humana y diferenciador por excelencia de las demás especies.
Fueron necesarios casi enteros los dos millones de años de evolución desde la aparición del Homo habilis para que la antropología registre hoy la aparición de la cultura humana hace apenas cuarenta mil años. Es en este lapso de la historia de la vida sobre la tierra donde podemos ubicar los albores de la Etnósfera. Desde el punto de vista evolutivo, la cultura puede ser considerada como una adaptación supra orgánica, la cual estableció un nuevo mecanismo de evolución más veloz que la evolución tramitada a través del genoma. Esta evolución, ya no genética sino memética, ha significado un radiación no de formas anatómicas sino de comportamientos que han moldeado la etnodiversidad actual.
Es justo no dejar suelto el término memética del párrafo anterior. Mientras la biología busca explicaciones en los genes, la etnología lo hace en los memes; término que en nuestras condiciones locales generan más risa que entendimiento pero que dentro de la etnología es definido como unidad comportamental que porta palabras, ideas, habilidades o gestos. Así como de generación en generación humana hay transferencia de material genético, también lo hay también de material memético. Es decir que el cuerpo físico está codificado por los genes, mientras el cuerpo del saber y la cultura está codificado por los memes.
Los memes tienen algunas ventajas frente a los genes y es que son más livianos, podríamos decir que son etéreos, no padecen la fuerza de la gravedad y se transmiten fácilmente. Su maquinaria de transporte es la memoria, la tradición oral y los sistemas simbólicos. Los memes son peligrosos en la medida que no están directamente regulados por el rigor molecular al que están sometidos los genes, dando así más espacio al error en el mensaje al momento de transmisión. Sin embargo, es de esperar que la misma historia se encargue de desechar los memes que no ayudan a la sobrevivencia de la especie, análogo a lo que hace la selección natural a nivel genético. A través de la propagación de memes y crecimiento de las poblaciones humanas se ha venido tejiendo la Etnósfera.
¿Por qué es importante entender el surgimiento de la Etnósfera? Porque esta esfera es producto de una sola especie, el Homo sapiens, una especie que se destaca en la evolución de las especies biológicas por varios motivos, de los que vale la pena nombrar unos pocos: 1) el Homos sapiens (una sola especie entre los millones que existen) utiliza la mitad de la producción primaria neta de la Biosfera; 2) rivaliza con el reino de las bacterias en minería y refinería al mover billones de toneladas de materia anualmente, creando grandes depósitos de estaño, uranio y hierro; 3) la ganadería, actividad exclusivamente humana, es dos veces la biomasa ponderada de los demás mamíferos grandes que habitan nuestro planeta; y 4) el ser humano se ha convertido en una fuerza geológica sin precedentes en la historia de la vida sobre la tierra, teniendo un impacto mayor al que tienen los demás reinos de la naturaleza juntos. De lo anterior se deriva la importancia de comprender y regular la Etnósfera, ya que su músculo geológico está en capacidad plena de hacer daños a escala a la Biosfera.
Vale nombrar una nueva capa que está emergiendo a su vez de la Etnósfera: la Ciberesfera. No es difícil extraer la palabra cibernética de este último término. El término denota algo más elemental de lo que parece, es de origen griego, Κυβερνήτης (kubernites), que significa timonel, y se refiere al estudio de la retroalimentación y regulación en sistemas controlados. Un sistema cibernético es apto de “entender” condiciones cambiantes, reprogramarse, y cumplir un objetivo o mantener un balance. Es evidente que la cibernética está presente en sistemas biológicos, pues estos se autorregulan, y hace parte de la vida cotidiana en sistemas de comunicación capaces de transmitir datos permanente y casi instantáneamente para moldear el mundo en períodos de tiempo muy breves. La Ciberesfera se convierte así en un sistema de mucho alcance para Etnosfera, ya que le ofrece la oportunidad de tener sistemas de retroalimentación finos y veloces, permitiéndole entender, tomar conciencia y reprogramarse para su propia sobrevivencia y buena relación con la Biosfera. Es preciso recordar que la Ciberesfera no está restringida solamente a sistemas digitales, también análogos, tan sólo deben proporcionar retroalimentación al sistema para que éste se adapte a nuevas condiciones. La red de comunicación actual está creando un tejido que nos permite saber con prontitud cómo se está comportando la Etnosfera frente a sí misma y frente a la Biosfera, y da la posibilidad de modificar el sistema para mejorar la interacción entre las esferas precedentes.
Este último sería un escenario deseable y posible en caso de que el sistema planetario alcance cierto refinamiento y se consolide como un sistema total y unificado, haciendo un uso sabio de técnicas y tecnologías desarroladas.
Para cerrar el ciclo, si la Geosfera es el cuerpo, la Biosfera el la piel, la Etnosfera es el saber, la Ciberesfera es la red de nervios que intercomunican y distribuyen el saber a lo largo del organismo que es el planeta y le permite autorregularse.
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